
Estudios recientes habían demostrado ya que las formas sintéticas de a-sinucleína son tóxicas para las neuronas, tanto in vitro como in vivo, y que pueden propagarse de una célula a otra. Sin embargo, se desconocía si la capacidad patogénica de esta proteína sintética podía hacerse extensiva a la proteína patológica humana que se encuentra en los pacientes con Parkinson y, por lo tanto, si era relevante para la enfermedad en humanos.
Para demostrar esta relevancia, los investigadores extrajeron agregados de a-sinucleína de cerebros de pacientes fallecidos con la enfermedad de Parkinson para inyectarlos en el cerebro de roedores y primates. Cuatro meses después de la inyección en ratones, y nueve meses después de la inyección en monos, los animales empezaron a presentar degeneración de las neuronas

Según Miquel Vila, estos resultados indican que “los agregados patológicos de esta proteína obtenidos de pacientes con enfermedad de Parkinson tienen la capacidad de iniciar y extender el proceso neurodegenerativo que tipifica la enfermedad de Parkinson en ratones y primates”, afirmó. Se trata, añadió, de un hallazgo que “proporciona nuevas pistas sobre los posibles mecanismos de inicio y progresión de la enfermedad y abre las puertas a nuevas oportunidades terapéuticas”.
El siguiente paso consistirá en averiguar cómo detener la progresión y la extensión de la enfermedad, mediante el bloqueo de la transmisión célula a célula de la a-sinucleína, así como regulando los niveles de expresión y deteniendo la conversión patológica de esta proteína.
La investigación ha contado además con la colaboración de los grupos de Ciberned liderados por José Obeso, investigador del Cima-Universidad de Navarra, y el liderado por Isabel Fariñas, de la Universidad de Valencia, además de un grupo de investigación de la Universidad de Burdeos (Francia).
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